- Ignacio Gragera, portavoz y diputado provincial por Badajoz de Ciudadanos (Cs), considera preocupante “los continuos bandazos” que el gobierno socialista está dando sobre sus planes para este edificio histórico, propiedad de la Diputación, que lleva más de 10 años vacío y cuyo futuro sigue siendo incierto tras la renuncia a instalar un mercado gourmet y tras las dudas generadas por la Junta de Extremadura sobre su intención de trasladar el Centro de Salud Los Pinos o la Escuela Oficial de Idiomas de Badajoz a este inmueble.
El futuro del edificio del antiguo Hospital Provincial de Badajoz sigue en el aire. Tras invertir más de 3 millones de euros en las obras de rehabilitación, la Diputación Provincial de Badajoz, dueña de este inmueble, no sabe qué hacer para darle un uso definitivo y abrirlo definitivamente a la ciudadanía tras más de 10 años cerrado a cal y canto.
Ignacio Gragera, portavoz y diputado provincial por Badajoz de Ciudadanos (Cs), lamenta que el futuro del antiguo Hospital Provincial “sea cada vez más incierto”, primero por culpa de la renuncia de la empresa Larry Smith a la concesión para instalar allí un mercado gourmet, y luego tras las dudas generadas por la Junta de Extremadura sobre su intención de trasladar a este inmueble el Centro de Salud Los Pinos o la Escuela Oficial de Idiomas, dos dotaciones públicas que necesitan buscar una nueva ubicación en la ciudad de manera urgente.
Según Gragera, esta situación “pone de manifiesto la incapacidad de la Junta y la Diputación, ambas gobernadas por los socialistas, de ponerse de acuerdo para encontrar soluciones a problemas que afectan a los vecinos de Badajoz”.
“La ciudadanía reclama certezas a sus políticos, y resulta inadmisible que tras llevar 10 años cerrado, Gallardo anuncie ahora que hasta el verano del 2021 no sabrán qué uso le van a dar al Hospital Provincial”, asevera el portavoz de Ciudadanos, quien le reclama tanto a Gallardo como a Ricardo Cabezas, su mano derecha en Diputación, “que dejen de dar bandazos” sobre el futuro de este inmueble y trabajen ya en “un plan serio para abrir lo antes posible este edificio histórico a la ciudad”.
“No queremos que se convierta en un cascarón vacío, un edificio muy bonito pero inútil, sin vida, y que se echen a perder los más de 3 millones de euros invertidos en su rehabilitación, una costosa obra que se ha pagado con dinero público”, concluye Gragera.